La jornada laboral ha de terminar en la empresa Cantol, ubicada en el
distrito de Ate, pero Víctor Raúl Cánepa, gerente general, tiene las manos
sucias, llenas de grasa, en su intento de darle una nueva forma a la cerradura
que está en su amplio escritorio, donde una serie de desarmadores y tuercas
diminutas se abren paso entre el desorden. Cánepa es el peruano que en 1971
inventó una tranca de acero que no ha perdido vigencia hasta ahora. Ahora coge
un trapo y procede a limpiarse las manos para saludarme.
Trabajos
pequeños. Víctor Raúl Canepa explica que el dinero no es suficiente para formar una
empresa de éxito, tampoco los estudios lo son todo, cree que uno de niño debe
aprender “Los quehaceres de la vida”, desde lavar la ropa, limpiar sus zapatos,
todo ello es el preámbulo del hombre exitoso, según el gerente general de
Cantol, la empresa que nació de un juego de palabras: De
canto en canto, totalmente segur. Desde muy niño su padre le delegó
responsabilidades, recuerda con exactitud cuando la suela de sus zapatos se
había despegado, entonces su padre le dio unos cuantos clavos para arreglar ese
desperfecto, cada golpe dado era un clavo casi inservible, pidió unos cuantos
más para continuar, la negativa de su progenitor lo desconcertó. ¿Cómo haré?,
entonces pregunto, pues enderézalos con el propio martillo y continúa. Fue un
día largo, aunque gracias a él aprendió lo que no puede olvidar: tras un
fracaso se esconde un éxito.
Años más tarde su padre empezaba un trabajo de
reparto de kerosene por los anexos de su distrito, en la provincia de Huanta. A
su regreso de Lima un día el cansancio lo venció, tras 24 horas de viaje,
entonces el joven Víctor Raúl prendió la llave del auto y salió a repartir por
sitios donde sus contemporáneos lo veían con sorpresa. Su experiencia laboral
variopinta lo condujo desde profesor de electricidad en Huanta, hasta hacer
dibujos mecánicos en la
Escuela Militar de Chorrillos. Estudio asimismo en distintas
universidades donde el exceso de teoría lo alejó de dos de las tres carreras
que estudió: Derecho y Agronomía., Quería que todos los días me enseñaran algo
nuevo, pero sentía que perdía el tiempo. No me ayudaban a llegar a la
meta", salvo la
Ingeniería Mecánica que estudió en la Universidad Industrial ,
la cual fue cerrada en el gobierno militar.
Cierta vez cuando tenía 27 años se encontraba en el Callao, cuando unas
tías ante el aumento de los robos y asaltos en los hogares le contaron su
temor, entonces creyó que podía solucionar aquel problema de seguridad, tras 60
intentos y seis meses había surgido la tranca Cantol, un dispositivo muy
efectivo que aseguraba las puertas ante cualquier intento de hurto. Aquel
invento tenía futuro, aunque nadie se atrevía a invertir en él. Escondió sus
planos y, en 1974, volvió a Huanta muy deprimido. Francisco Marmanillo, un
amigo huancaíno, había oído de su invento y le pidió que se lo mostrase.
"Sin él nada hubiese pasado. Me ofreció su casa de Huancayo para que la
hipoteque y saque el cantol adelante". Del banco recibió un crédito de
S/.120 mil y compró máquinas (tornos, fresas, taladro, prensa y cepillo). A los
seis meses, en 1975, con apenas una producción de 50 cantoles al mes, alquiló
un stand en la Feria
del Hogar. "Fue terrible porque fue un éxito. Por un momento me
arrepentí", se ríe. Vendió todo tan rápido que quiso cerrar el local, pero
la organización se lo prohibió. Así fue como lo abrumaron con pedidos de 700
cantoles.
Desde entonces, su crecimiento ha sido tan exponencial como la
inseguridad en las viviendas. El año pasado se mudó a un local de Ate de 2.500 metros cuadrados ,
donde el 80% del área está destinada a la producción. Y desde el 2001, con el
ingreso de sus hijos Raúl y Patricia, cambió la forma de distribución de su
producto en ferreterías. Cantol ocupa el 20% del mercado de cerraduras de
sobreponer y cerraduras clásicas. El 35% de la mercadería va a provincias y el
resto se queda en Lima.
Rumbo al
exterior. Víctor Raúl hace una prueba y
empieza a golpear fuertemente una cerradura que no le pertenece, la cerradura
cede antes lo golpes y empieza a destrozarse, hace lo mismo con una propia,
aunque ésta resiste ante los golpes. No hay mejor manera que educar con
el ejemplo. La exportación llegará el próximo año con la apertura de
distribuidoras en Bolivia y México. Mientras, Víctor Raúl Cánepa se asegura y
sigue creando, inventando, tiene las manos sucias y solo se las lavará cuando
deba ir a casa, por ahora un trapo le sirve para limpiarlas. Su escritorio está
en desorden, aún hay tiempo para seguir fabricando ideas con desarmadores y
tornillos.
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El primer participante responde la pregunta 1, y así sucesivamente en orden. El Noveno participande resolverá la pregunta Nº 1, pero en términos diferentes.